quinta-feira, outubro 13, 2005
UMA CARTA PARA RAFAEL GARCIA SERRANO
(A pensar no Rafael Castela Santos, reproduzo uma interessante carta do Prof. Carlos Eduardo Soveral para Rafael Garcia Serrano, nesta quadra em que se torna a falar de literatura, até que o Nobel se esfume)
Bayona, 8 de Septiembre de 1986
Señor
Don Rafael Garcia Serrano
MADRID
Mi muy admirado Rafael:
Llevo años leyéndote y admirándote. Y meses para decírtelo. Ahora (hará más de una semana), tras leer tu magnífico "Los bisontes y la técnica", me he decidido por fin a ponerte estos renglones.
Me introduzco y me explico sin ambages - entre camaradas -. Soy el n.º 139 de las Mocedades Portuguesas, en las que he, entre muchas cosas, fundado el Centro Universitario de Lisboa, del que fue el primer Comandante, y de las que me cupo la representación junto de vosotros en la concentración de Flechas, el Octubre del 38 (Sevilla), y en la Escuela de Mandos del S.E.U. en La Magdalena (Santander), el Agosto del 40 (1). En ésta, mi amigo, y seguramente tuyo, José Miguel Guitarte me nombró, a título honorífico, Jefe de Falange de la casi en seguida extinta Milícia Universitaria. Guardo de él, con dedicatória, algunas publicaciones suyas y otrosí un tomo de Discursos frente al Parlamento de José António, Ediciones F.E. - Año de la Victoria. Ahí, en el Albergue de Santander, me hice josé-antoniano para toda la vida, con una Fidelidad que nunca se marchitó, no obstante mi pura vinculación monárquica y tradicionalista. Advierte: pura (en Portugués, decimos lídima - por legítima): ya sabes: «Dios! que buen vasallo si...!» Cidiano, en efecto, o sea entre todos los fuegos, concretamente la romba espada marxista y la fria, glacial pared de la indiferencia burguesa. Como tu y, hoy dia,... pocos más. (...) Y allí, en la Magdalena, ha nacido mi inteligencia-amor de España - mi verdadera patria intelectual -, en la que he sido Lector de Portugués a lo largo de casi nueve años, sucesivamente en las Universidades de Salamanca, Barcelona y Santiago.
Habiendo recebido de Salazar, a mediados del 61 (y ello tras años de una por mi asumida publica y notoria inconformidad con una gobernación sin alas, de veras derecha-floja), la Subsecretaria de Estado de la Educación Nacional, con la misión de afrontar, al parecer, los problemas de la juventud portuguesa en el comienzo de nuestra guerra ultramarina, fundé (refundé) la Facultad de Filosofia y Letras de la Universidad de Oporto, en la que, sobre haber dejado la gobernación, fue profesor de diversas asignaturas (todas en el cruce de la Filosofia, la Historia y la Filologia latu sensu), para irme, el 1968, a Mozambique, a echar los cimientos y ser el primer Director de la Facultad de Filosofia y Letras de Lorenzo Marques, con los dos Institutos, de Psicologia y Estudios Humanísticos, que de ella dependian. (...) Tuve mis tres hijos luchando - uno por cada teatro de guerra - en Angola, Guinea y Mozambique: la razón capital de mi marcha a África, puesto que no entendia mantenerme lejos de la Dificultad cruenta máxime cuando en ella se hallaban mis hijos y los hijos de los demás, y era yo uno de los muy contados que intransigentemente sostenian el imperativo del esfuerzo bélico-castrense y, con mis escritos e intervenciones de todo tipo, más empujaba hacia él. Acrece que asaz tenia el corazón en el continente negro, donde - precisamente en Angola - habia vivido dos intensísimos años (1949-50), por los que he pagado con una fuerte tuberculosis pulmonar que (sin llegar a tus paroxismos) me retuvo en el lecho cerca de otros dos (a eso llamaba yo «una beca, bajo la condición de gozármela acostado...»), leyendo, estudiando, cavilando, y sufriendo la honda nostalgia de cuanto queda allende el mar - ese sentimiento del que ha supremamente padecido toda una familia que va diacrónicamente de Cortés a Liautey, pasando por nuestros Mousinho y Couceiro, encarcelados estos en las mezquindades y atonias metropolitanas que a uno impusieron el suicidio y a otro la incesante persecución del hombre ímpar desde todas las seudoposturas políticas -. La nostalgia-dictamen de la existencia como permanente riesgo e itineración. Dentro y fuera. A lo Platón.
Con la entrega del espacio ultramarino portugués por sus mismas Fuerzas Armadas, expresamente respaldadas por una asquerosa, vilísima mayoria sedicente nacional, decidí (...) no volver jamás a mi país y fuíme a cumplir once años de exilio en Sudáfrica, donde forzoso me fue ejercer labores algo duras y humildes - según Dios Señor permitió -. Transcurridos tales años en Pretoria, elegí España y en ella Galicia y en ésta Bayona para acabar mis dias. Motivos principales: mi moral-visceral imposibilidad de respirar la mayoritaria atmósfera de mi país (2), mi acrisolado amor de España, la enfin proximidad de Oporto, donde tengo a mi hija mayor y cuatro de mis nietos, hijos suyos. No fuera esa proximidad y hubiera escogido, sin ninguna duda, lo que más me proporcionara las dos eses del fjord: Silencio y Soledad. - Estoy en Bayona hace exactamente un año.
Te conozco desde siempre, merced a entrañables amigos comunes. Tambien por ello te tuteo y me confieso cual si contigo hubiera comunicado toda la vida. Lo que sí es verdad puesto que te he leído y sigo leyendo a partir del garcilasiano "Eugenio" - el pulcro, el terso, el apolíneo, el heroico y paradigmático proclamador de la primavera - la proclamación él mismo -, el muerto que yo, al igual que tu, «hubiera querido ser». Claro que, con plena conformidad, me he leído tus últimas obras, entre las que destaco "La gran esperanza" y "V Centenario", que ambas, hojeándolas reiteradamente, recomiendo a diestro y a siniestro. Calando en tu motivación más profunda, te celebro a la vez como uno de los máximos escritores de lengua castellana (¡que lejos quedan de ti casi todos los galardonados de las Letras en nuestro ominoso presente!), y te incluyo en la egregia cohorte de aquellos que han tenido este siglo que soportar-agradecer (dime quién te no ama...) la monstruosa campaña de silencio por la que te codeas con Ernest Von Salomon, Ezra Pound, Papini, La Varende (el mayor escritor galo de siempre), Marc Chadourne, el mismo Carrel, el mismo Gilson, los portugueses Sardinha e Hipólito Raposo, amén de Maeztu, Pradera, Muñoz Seca, Vegas Latapié y multitud de otros que conocemos, olvidados o sepultados vivos en todos cuadrantes nacionales. Hoy por hoy, que poco se habla de Ortega y que, menos todavia, se le lee... Me asombra el indefectible frescor de tu pluma (o tu espiritú), la fluidez, la amenidad y los giros de ella, tus prontitud y poder de sintesis, la hermosura, a la postre, de lo que escribes, sea lo que sea (3). Y tal sin escamoteo de una hispánica crudeza que expresa al hombre de guerra, al emparejador de las Armas y las Letras que eres, y de una sarcástica fibra picaresca, asumida por razones de hierro y diamante (4). Páginas tienes - perfectas - a las que lo mejor de Quevedo no rebasa.
Remataré con decirte que me asombra-entusiasma (Dios en nosotros) tu Fidelidad. (No se me van de la memoria tus tres Hernando Hernandorena - quince, cuarenta y cinco, setenta años - del Tercio de Montejura...) - Caigo en la cuenta, en el momento este, de que me estoy repitiendo a mucho de lo que han producido un Waldo de Mier y un Vizcaíno Casas - dos casos admirables -, que ambos recalcan las grandezas éticas y estéticas que esplenden en tu obra, no omitiendo Vizcaíno Casas la detenida alusión a tu condición cidiana y al telón de olvido y silencio que «echan la izquierda marxista y la derecha necia», en procurado detrimento tuyo. Y hago mias las palabras de tu amigo: «nuestro entrañable Rafael».
Pués aqui me tienes en calidad de lector, admirador, camarada, afín. Guardando contigo algunas profundas similitudes - aquellas por las que a Federico Nietzsche le gustaba decir que se sonrien los dioses -. Un atisbo de eso en lo más periférico: también yo, además de haber visto y recordar a las películas que has visto y recuerdas a lo largo de tus libros (hitos o mojones de una dichosa y despierta juventud en la que lo americano y lo alemán, tan entre si contradictorios, se sumaban a nuestra medula ibérica y nuestro afán de servicio renovador de la Pátria), también yo cuento larguísimo tiempo añorando a Emilio Salgari - mi obligada, insistente lectura de los once a los catorce años - y deseando la presencia de su obra completa (5) (ahora en Italiano) en mis anaqueles, al lado de las de Fenimore Cooper, Conan Doyle (mayormente en lo que éste preferia: sus novelas históricas), Maurice Leblanc, Jack London y otrosí Julio Verne que, tal como a ti, siempre me ha hecho poca gracia - cientificista, soso, resentido y burgués, cuyos íntimos y menos confesables complejos se hallan, cuatro décadas ha, sometidos a la lupa psicoanalítica -. A Verne tan sólo hoy, calmado muy relativamente mi ritmo interior y mi interno-externa necesidad de lucha y peripecia, puedo leer y en cierto grado apreciar. Ya ves que nuestra afinidad electiva, cuál diria el nunca viejo Goethe, asimismo en este punto se confirma. Como no habria de gustarme imensamente tu artículo? (Que por cierto enseña un soberbio vigor conglutinante, señaladamente en aquel trozo donde aunas estupendamente a Proust, Villon y Jorge Manrique, con un procedimiento mental que me hace evocar a Gracián.)
Te pondré dentro de un par de dias, Dios mediante, una nota - la 83 - algo añadida, de mis "Tensiones antropológicas en la cultura europea" - conferencia con la que he contribuido para el ciclo Presencia de Juristas Portugueses en Madrid, organizado por la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación el 1969 -. He sido invitado por Jordana de Pozas y Luís Legaz, a título de filósofo de la cultura y sociólogo del derecho. La nota, como luego verrás, tiene por objecto «los autores» (presuntos, se dice hoy con harto abuso...) «de una literatura para jóvenes».
Con cordialísimo abrazo, siempre arriba, tu
Carlos Eduardo de Soveral
Notas:
1 - A mis 66 años me gusta deveras recordar estas cosas.
2 - En la que no se siente en lo más mínimo la conciencia o una tan siquiera esfumada reminiscencia de que algo de maximamente trágico, negativo, destructor, acaeció a toda la Nación y su historia el 74...
3 – Es leer, pongamos por caso, las extraordinarias primeras páginas de tu tan amplio, fluyente y vivo, al nivel del título, "Cuando los dioses nacían en Extremadura". (Nota esta que añadimos en Junio de 2001.)
4 - Lo que dijo, cual seguramente recordarás, José Miguel Guitarte, con motivo de las muertes de Matias Montero y Alejandro Salazar - asesinado el primero por la espalda, cuando una tarde volvia a su casa, paseado el otro y hecho desaparecer sabe Dios como - .
5 - Sabrás que está ahora mismo saliendo en España uno que otro Sandokan, aunque rehecho y recortado o desfigurado cual pasa sin mudanza con Moby Dick - puede que la más ensayística novela de la literatura universal -. Y eso en colecciones para crios, demasiado crios.
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Bayona, 8 de Septiembre de 1986
Señor
Don Rafael Garcia Serrano
MADRID
Mi muy admirado Rafael:
Llevo años leyéndote y admirándote. Y meses para decírtelo. Ahora (hará más de una semana), tras leer tu magnífico "Los bisontes y la técnica", me he decidido por fin a ponerte estos renglones.
Me introduzco y me explico sin ambages - entre camaradas -. Soy el n.º 139 de las Mocedades Portuguesas, en las que he, entre muchas cosas, fundado el Centro Universitario de Lisboa, del que fue el primer Comandante, y de las que me cupo la representación junto de vosotros en la concentración de Flechas, el Octubre del 38 (Sevilla), y en la Escuela de Mandos del S.E.U. en La Magdalena (Santander), el Agosto del 40 (1). En ésta, mi amigo, y seguramente tuyo, José Miguel Guitarte me nombró, a título honorífico, Jefe de Falange de la casi en seguida extinta Milícia Universitaria. Guardo de él, con dedicatória, algunas publicaciones suyas y otrosí un tomo de Discursos frente al Parlamento de José António, Ediciones F.E. - Año de la Victoria. Ahí, en el Albergue de Santander, me hice josé-antoniano para toda la vida, con una Fidelidad que nunca se marchitó, no obstante mi pura vinculación monárquica y tradicionalista. Advierte: pura (en Portugués, decimos lídima - por legítima): ya sabes: «Dios! que buen vasallo si...!» Cidiano, en efecto, o sea entre todos los fuegos, concretamente la romba espada marxista y la fria, glacial pared de la indiferencia burguesa. Como tu y, hoy dia,... pocos más. (...) Y allí, en la Magdalena, ha nacido mi inteligencia-amor de España - mi verdadera patria intelectual -, en la que he sido Lector de Portugués a lo largo de casi nueve años, sucesivamente en las Universidades de Salamanca, Barcelona y Santiago.
Habiendo recebido de Salazar, a mediados del 61 (y ello tras años de una por mi asumida publica y notoria inconformidad con una gobernación sin alas, de veras derecha-floja), la Subsecretaria de Estado de la Educación Nacional, con la misión de afrontar, al parecer, los problemas de la juventud portuguesa en el comienzo de nuestra guerra ultramarina, fundé (refundé) la Facultad de Filosofia y Letras de la Universidad de Oporto, en la que, sobre haber dejado la gobernación, fue profesor de diversas asignaturas (todas en el cruce de la Filosofia, la Historia y la Filologia latu sensu), para irme, el 1968, a Mozambique, a echar los cimientos y ser el primer Director de la Facultad de Filosofia y Letras de Lorenzo Marques, con los dos Institutos, de Psicologia y Estudios Humanísticos, que de ella dependian. (...) Tuve mis tres hijos luchando - uno por cada teatro de guerra - en Angola, Guinea y Mozambique: la razón capital de mi marcha a África, puesto que no entendia mantenerme lejos de la Dificultad cruenta máxime cuando en ella se hallaban mis hijos y los hijos de los demás, y era yo uno de los muy contados que intransigentemente sostenian el imperativo del esfuerzo bélico-castrense y, con mis escritos e intervenciones de todo tipo, más empujaba hacia él. Acrece que asaz tenia el corazón en el continente negro, donde - precisamente en Angola - habia vivido dos intensísimos años (1949-50), por los que he pagado con una fuerte tuberculosis pulmonar que (sin llegar a tus paroxismos) me retuvo en el lecho cerca de otros dos (a eso llamaba yo «una beca, bajo la condición de gozármela acostado...»), leyendo, estudiando, cavilando, y sufriendo la honda nostalgia de cuanto queda allende el mar - ese sentimiento del que ha supremamente padecido toda una familia que va diacrónicamente de Cortés a Liautey, pasando por nuestros Mousinho y Couceiro, encarcelados estos en las mezquindades y atonias metropolitanas que a uno impusieron el suicidio y a otro la incesante persecución del hombre ímpar desde todas las seudoposturas políticas -. La nostalgia-dictamen de la existencia como permanente riesgo e itineración. Dentro y fuera. A lo Platón.
Con la entrega del espacio ultramarino portugués por sus mismas Fuerzas Armadas, expresamente respaldadas por una asquerosa, vilísima mayoria sedicente nacional, decidí (...) no volver jamás a mi país y fuíme a cumplir once años de exilio en Sudáfrica, donde forzoso me fue ejercer labores algo duras y humildes - según Dios Señor permitió -. Transcurridos tales años en Pretoria, elegí España y en ella Galicia y en ésta Bayona para acabar mis dias. Motivos principales: mi moral-visceral imposibilidad de respirar la mayoritaria atmósfera de mi país (2), mi acrisolado amor de España, la enfin proximidad de Oporto, donde tengo a mi hija mayor y cuatro de mis nietos, hijos suyos. No fuera esa proximidad y hubiera escogido, sin ninguna duda, lo que más me proporcionara las dos eses del fjord: Silencio y Soledad. - Estoy en Bayona hace exactamente un año.
Te conozco desde siempre, merced a entrañables amigos comunes. Tambien por ello te tuteo y me confieso cual si contigo hubiera comunicado toda la vida. Lo que sí es verdad puesto que te he leído y sigo leyendo a partir del garcilasiano "Eugenio" - el pulcro, el terso, el apolíneo, el heroico y paradigmático proclamador de la primavera - la proclamación él mismo -, el muerto que yo, al igual que tu, «hubiera querido ser». Claro que, con plena conformidad, me he leído tus últimas obras, entre las que destaco "La gran esperanza" y "V Centenario", que ambas, hojeándolas reiteradamente, recomiendo a diestro y a siniestro. Calando en tu motivación más profunda, te celebro a la vez como uno de los máximos escritores de lengua castellana (¡que lejos quedan de ti casi todos los galardonados de las Letras en nuestro ominoso presente!), y te incluyo en la egregia cohorte de aquellos que han tenido este siglo que soportar-agradecer (dime quién te no ama...) la monstruosa campaña de silencio por la que te codeas con Ernest Von Salomon, Ezra Pound, Papini, La Varende (el mayor escritor galo de siempre), Marc Chadourne, el mismo Carrel, el mismo Gilson, los portugueses Sardinha e Hipólito Raposo, amén de Maeztu, Pradera, Muñoz Seca, Vegas Latapié y multitud de otros que conocemos, olvidados o sepultados vivos en todos cuadrantes nacionales. Hoy por hoy, que poco se habla de Ortega y que, menos todavia, se le lee... Me asombra el indefectible frescor de tu pluma (o tu espiritú), la fluidez, la amenidad y los giros de ella, tus prontitud y poder de sintesis, la hermosura, a la postre, de lo que escribes, sea lo que sea (3). Y tal sin escamoteo de una hispánica crudeza que expresa al hombre de guerra, al emparejador de las Armas y las Letras que eres, y de una sarcástica fibra picaresca, asumida por razones de hierro y diamante (4). Páginas tienes - perfectas - a las que lo mejor de Quevedo no rebasa.
Remataré con decirte que me asombra-entusiasma (Dios en nosotros) tu Fidelidad. (No se me van de la memoria tus tres Hernando Hernandorena - quince, cuarenta y cinco, setenta años - del Tercio de Montejura...) - Caigo en la cuenta, en el momento este, de que me estoy repitiendo a mucho de lo que han producido un Waldo de Mier y un Vizcaíno Casas - dos casos admirables -, que ambos recalcan las grandezas éticas y estéticas que esplenden en tu obra, no omitiendo Vizcaíno Casas la detenida alusión a tu condición cidiana y al telón de olvido y silencio que «echan la izquierda marxista y la derecha necia», en procurado detrimento tuyo. Y hago mias las palabras de tu amigo: «nuestro entrañable Rafael».
Pués aqui me tienes en calidad de lector, admirador, camarada, afín. Guardando contigo algunas profundas similitudes - aquellas por las que a Federico Nietzsche le gustaba decir que se sonrien los dioses -. Un atisbo de eso en lo más periférico: también yo, además de haber visto y recordar a las películas que has visto y recuerdas a lo largo de tus libros (hitos o mojones de una dichosa y despierta juventud en la que lo americano y lo alemán, tan entre si contradictorios, se sumaban a nuestra medula ibérica y nuestro afán de servicio renovador de la Pátria), también yo cuento larguísimo tiempo añorando a Emilio Salgari - mi obligada, insistente lectura de los once a los catorce años - y deseando la presencia de su obra completa (5) (ahora en Italiano) en mis anaqueles, al lado de las de Fenimore Cooper, Conan Doyle (mayormente en lo que éste preferia: sus novelas históricas), Maurice Leblanc, Jack London y otrosí Julio Verne que, tal como a ti, siempre me ha hecho poca gracia - cientificista, soso, resentido y burgués, cuyos íntimos y menos confesables complejos se hallan, cuatro décadas ha, sometidos a la lupa psicoanalítica -. A Verne tan sólo hoy, calmado muy relativamente mi ritmo interior y mi interno-externa necesidad de lucha y peripecia, puedo leer y en cierto grado apreciar. Ya ves que nuestra afinidad electiva, cuál diria el nunca viejo Goethe, asimismo en este punto se confirma. Como no habria de gustarme imensamente tu artículo? (Que por cierto enseña un soberbio vigor conglutinante, señaladamente en aquel trozo donde aunas estupendamente a Proust, Villon y Jorge Manrique, con un procedimiento mental que me hace evocar a Gracián.)
Te pondré dentro de un par de dias, Dios mediante, una nota - la 83 - algo añadida, de mis "Tensiones antropológicas en la cultura europea" - conferencia con la que he contribuido para el ciclo Presencia de Juristas Portugueses en Madrid, organizado por la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación el 1969 -. He sido invitado por Jordana de Pozas y Luís Legaz, a título de filósofo de la cultura y sociólogo del derecho. La nota, como luego verrás, tiene por objecto «los autores» (presuntos, se dice hoy con harto abuso...) «de una literatura para jóvenes».
Con cordialísimo abrazo, siempre arriba, tu
Carlos Eduardo de Soveral
Notas:
1 - A mis 66 años me gusta deveras recordar estas cosas.
2 - En la que no se siente en lo más mínimo la conciencia o una tan siquiera esfumada reminiscencia de que algo de maximamente trágico, negativo, destructor, acaeció a toda la Nación y su historia el 74...
3 – Es leer, pongamos por caso, las extraordinarias primeras páginas de tu tan amplio, fluyente y vivo, al nivel del título, "Cuando los dioses nacían en Extremadura". (Nota esta que añadimos en Junio de 2001.)
4 - Lo que dijo, cual seguramente recordarás, José Miguel Guitarte, con motivo de las muertes de Matias Montero y Alejandro Salazar - asesinado el primero por la espalda, cuando una tarde volvia a su casa, paseado el otro y hecho desaparecer sabe Dios como - .
5 - Sabrás que está ahora mismo saliendo en España uno que otro Sandokan, aunque rehecho y recortado o desfigurado cual pasa sin mudanza con Moby Dick - puede que la más ensayística novela de la literatura universal -. Y eso en colecciones para crios, demasiado crios.
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Querido Camisanegra:
Le agradezco de todo corazon esta carta "pensando en mi".
Rafael Garcia Serrano es un hito de la literatura espanola a la que solo la mezquindad y la ruindad espiritual, filosofica, politica, social y cultural que padecemos ha logrado ponerle sordina. Le conoci personalmente en una ocasion, asi como a su hija despues de su muerte y es, sin duda, uno de mis autores favoritos. De Soveral da en la diana con lo de la Fidelidad.
Yo tambien vivo en el ostracismo, no de las tierras anglosajonas del hemisferio sur como Carlos Eduardo, sino en las del hemisferio norte. Y ya la vida me ha metido demasiadas cornadas. Tantas que en mas de un aspecto me veo rechazado en Espana. Cuando eso ocurra, querido Camisanegra, escogere Portugal para mis ultimos dias, alla en esos Tras Os Montes que tanto amo. O quizas en Fatima, quien sabe.
!Viva Portugal!
Un fuerte abrazo,
Rafael Castela Santos
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Le agradezco de todo corazon esta carta "pensando en mi".
Rafael Garcia Serrano es un hito de la literatura espanola a la que solo la mezquindad y la ruindad espiritual, filosofica, politica, social y cultural que padecemos ha logrado ponerle sordina. Le conoci personalmente en una ocasion, asi como a su hija despues de su muerte y es, sin duda, uno de mis autores favoritos. De Soveral da en la diana con lo de la Fidelidad.
Yo tambien vivo en el ostracismo, no de las tierras anglosajonas del hemisferio sur como Carlos Eduardo, sino en las del hemisferio norte. Y ya la vida me ha metido demasiadas cornadas. Tantas que en mas de un aspecto me veo rechazado en Espana. Cuando eso ocurra, querido Camisanegra, escogere Portugal para mis ultimos dias, alla en esos Tras Os Montes que tanto amo. O quizas en Fatima, quien sabe.
!Viva Portugal!
Un fuerte abrazo,
Rafael Castela Santos